sábado, agosto 21, 2004

Cero y viene la seis

El martes 10i7 de agosto se presentó el número seis de La Partera(no abortes tus ideas), revista cultural de cultura con letras y artes plásticas -poesía/narrativa/foto/ilustración-, en la cual finjo, y en ocasiones funjo, como director. A todos los amigos, gracias por creer en nosotros, por darnos la libertad y la confianza de un nuevo formato, de una propuesta de mayor calidad -y no más fashion, como nosotros mismos bromeábamos-.
Gracias a Cynthia, Chino, Gaby, Salvador, por haberse subido conmigo en el carretón número seis de este viaje. A continuación transcribo el texto que leí en la Casa López Velarde, lugar de la presentación:

Breve anatomía de La Partera.

Amaneció otra vez entre un par de hojas. Abrimos las piernas y las letras ya estaban ahí, nadando en su bostezo. Lúbrico nos esperaba otro día.

Amaneció y la piel se desprendía, en cascada, caída libre hacia las sábanas. Las manecillas se juntaron para dar la hora del cambio. Era el momento, el instante para romper esa cutícula de polvo que comenzaba a envolvernos.

Hoy volvemos a presentar La Partera, con una búsqueda que es a la vez una dicotomía. Renovar el esqueleto y mantener nuestra médula ósea. Somos lo mismo, un foro para el arte joven, el que se hace en la mesa del alba, el que no renuncia, que toca ventanas opacas hasta que aparece la fisura, el punto que se quiebra y muestra la luz. Pero buscamos el orden, la limpieza, sin dejar la dinámica de nuestra sangre, de nuestros años. La respiración sigue siendo independiente. El cuerpo es nuevo, más sincero y más fuerte, la intención se sostiene: acercar las letras al que pueda quererlas, al que crea necesitarlas, al que encuentre salvación en ellas.

Seguramente seremos otros mañana, otro bostezo, otro matraz de la metamorfosis. Por el momento, el último juicio, es el de ustedes: colaboradores, creadores, diseñadores, amigos, lectores:
Gracias por ser la carne que nos conforma y nos da vida.

P.D. Prometo las fotos pronto

viernes, agosto 06, 2004

DICES ADIÓS Y TE ROMPES

La espera es hija de las terminales y de los aeropuertos…
Félix Dauajare

Las terminales de autobuses no son el mejor lugar para despedirse de una ciudad. La gente con la espera entretejida sobre sus rostros, los minutos que se desgajan aquí y allá, y muy en particular esa voz monótona que anuncia las salidas hacia cualquier fruto de la brújula, construyen una atmósfera muy particular, donde es posible que se extravíen los recuerdos y desarticulen las memorias, en especial las de los ancianos, los niños y los olvidadizos.

Debería existir otra forma de decir adiós a una ciudad. Por ejemplo, que muchas gotas de la persona que parte se derramaran, cada una, en las calles de la ciudad que más gustaron al individuo, en los rincones donde amó, en los bares donde abrevó, en los mercados y sus urnas de aromas que no conocía y que fue descubriendo poco a poco, en las plazas donde comulgó de los atardeceres y de los niños que piden limosnas. Y después de realizado este recorrido, unir otra vez el cuerpo sobre el asiento que le haya sido asignado en su autobús.

La ciencia, enfocada a conseguir avances que, a primera vista son más pragmáticos que la anterior propuesta, aún no ha desarrollado una alternativa para solucionar el problema planteado. En estos tiempos donde, como escribió José Emilio Pacheco, la ciencia cree disfrutar del monopolio eterno de la magia, la única que ha demostrado ser efectiva en subsanar esa fractura del individuo al dejar una ciudad que le agradó, la única, hasta la fecha, es la poesía. No sé hasta cuando, no sé hasta dónde.