martes, julio 24, 2012

Dos del Constructor de Cajitas, Lorenzo García Vega


ASTAS
Astas, ¿astas de qué? ¿Es que estoy mirando por mirar? Mirando, mirándome quizá, de abajo arriba, de arriba abajo. Así que por el estilo, diremo, a lo que es dar vueltas (¿qué clase de vueltas?) en torno a lo que de mí se ha ido.
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Me explico, pero, ¿cómo me podré explicar? Pues desde una zona, pero, ¿dónde está esa zona?, lo increíble, lo tan perdido que es increíble que ahora tan, como diminuto objeto, reaparezca: nombre, o una ceja recordada (?), o una astilla.
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Con lo que se trata, quizá, de lo que pudiera meterse en un escapulario de ceniza. Pero, pensándolo bien, ¿es un escapulario de ceniza? No, no es eso; si fuera no podría ser eso; ¿cómo podría ser eso? A lo más sería, si queremos decir algo, la Forma que no cuaja, que nunca cuajará.
Forma que es mi inmadurez petrificada.
Y yo además, y yo además, y yo además. Y es que, de esa zona de la cual acabo de hablar, no distingo, a veces, ni un pequeño detalle de mi cuerpo. Pero, ¿no es demasiado tonto intentar cajas de música silente, con tantas, todas: esas capas de pasado que, ya, se me han ido muriendo?

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LÁSTIMA, RETAZO
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Es como decir que, una ridícula lámina de monos, bailando bajo la luna. ¡Qué estupidez! Pero, ¿porqué digo tal cosa?
Es que el recuerdo, o la confrontación, o la memoria, o lo que sea, como de un ramaje donde caminara en el vacío. Yo, efectivamente, como si estuviera metido en eso.
O sea, agarrándome a la cáscara que pudiera ser la letra. Yo, agarrándome, como para mantener un río —inexistente ese río— que me permitiese —¿cómo?— todos mis sonidos —¿qué sonidos?—. O como si dijera, también, lo semejante a poder armar un trazo, un trazo envuelto en nada. O como, también (lo semejante a morderme los dientes) dijera desear lo ido, pero que pronto, esto, se convirtiera en muerta cifra. O, a lo mñas, lo mío (aunque precisamente ahora no lo entiendo): sería —es— un burbujón donde me empeñara girando sin moverme o, lo que es lo mismo, girando como lo algo que semejante, muy semejante, a como trompo —inmóvil fuera.

tomados de "Caminandito hasta estar sentado" en No mueras sin laberinto (Bajo la luna, Buenos Aires, 2005) www.bajolaluna.com

Lorenzo García Vega (Jagüey Grande-1926, Playa Albina-2012)

Un fragmento de Vilis (1998) :

Diario del constructor de cajitas — Me explico: cada vez que vemos no vemos. Decir esto es un lugar común, todomundo lo sabe, pero hay que repetirlo y repetirlo. Lo que vemos es mierda, es la máscara que nuestro lenguaje le ha impuesto a las cosas. Pero entonces, de acuerdo con esto, ¿cuál sería la función de la cajita? Pues bien, creo que debemos despertar la Atención, para así toparnos con las máscaras con las que disfrazamos lo que vemos. Una vez logrado esto, es decir, una vez que lográramos tocar las máscaras con las que disfrazamos, deberíamos convertirlas en lo que verdaderamente son, adminículos del fetichismo que, reducidas por nosotros a nivel de pequeños objetos, podrían ser introducidos en la cajita. Ésta pues, la cajita, vendría a ser, de cierta manera, como la objetivación (y por tanto como denuncia indirecta) de nuestra falsedad. Nos sorprenderíamos, a través de la Atención, como payasos-papagayos que repiten, frente a la luna, lo que su lenguaje les ha enseñado a decir, pero una vez que lográramos mantenernos en la Atención, entonces nos sería fácil convertir en objeto diminuto de cajita a los besitos sentimentales, a los rudos gestos del convencionalismo realista (el rudo gesto del realista es el reverso del besito, que nuestro condicionamiento nos obliga cuando nos topamos con la Luna, con el paisaje o con el carajo bendito.
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